LA HONESTIDAD. ¡PASALA!

A mí me enseñaron a hablar las cosas de frente. Mami siempre me preguntaba cómo me sentía, y siempre tuve su confianza para externar mis sentimientos. Lo mismo con mi papá, lo mismo con mis hermanos, lo mismo con mis amigas y amigos.

Soy transparente. Alguien me dijo alguna vez que solo con verme los ojos se puede saber lo que estoy pensando. He sido así­ a lo largo de mis 41 años, metiéndome algunas veces en problemas por ser un corazón abierto, por decir cómo me sentía antes de que "lo feo" -como le digo a esas emociones que nos roban la paz- se ramificaran en algo más profundo, en ocasiones irreversible.

Hace pocos dí­as me llevé una gran desilusión, justamente por la falta absoluta de honestidad de una persona hacia mí -y peor aún- hacia ella misma. Conversábamos sobre una situación que a mí me había dolido, una charla amena, sincera, entre dos amigas que supuestamente se tenían la confianza para decirse las cosas y resolver.

En un momento, la conversación toma un giro inesperado y esta persona me dijo cosas tan, pero tan hirientes, que me quedé fría. Pasmada. En off. En general soy de reacciones rápidas y me defiendo si es del caso, pero sus palabras me sacaron "fuera de base". No podía creer lo que estaba escuchando.

Francamente no fue el contenido de su discurso lo que más me sorprendió en el momento, pero la falsedad e hipocresía que habí­a mantenido por tanto tiempo con respecto a nuestra amistad, dejando que situaciones que sucedieron hace años se convirtieran en "lo feo", ramificándose en algo tan profundo, que -para mí­- ya era irreversible.

¿Por qué nos cuesta tanto ser sinceros? ¿Por qué somos incapaces de decir si algo no nos gusta, nos molesta, nos confunde o nos decepciona en su debido momento?

¿Cuántas relaciones podrían salvarse si tuviésemos la capacidad de hablar de frente, aunque duela o incomode- y conciliar y resolver antes de que todo se salga de proporción?

¿Cuántas palabras y sentimientos nos guardamos -permitiendo que con el tiempo se enreden y tergiversen aún más- por nuestra incapacidad de confrontarnos?

Sin duda hay situaciones que tenemos que dejar pasar y no darles importancia, pero si algo nos punza el corazón -o el hígado- de forma constante cada vez que pensamos o nos mencionan a una persona, no hay nada peor que quedarnos con el entripado indefinidamente.

Esta experiencia me dejado ponchada. Confié en esta persona por mucho tiempo, fue parte de mi vida por varios años y creí que nuestra amistad era sincera y transparente. No fue nada agradable darme cuenta de que era todo lo contrario.

No obstante, en la sumatoria de todos los factores, no siento pena por mí­ -o lo que cortar comunicación con esta persona implica- sino por ella, por ser incapaz de ser honesta consigo misma, por vivir ocultando lo que realmente sentí­a desde hacía tanto tiempo.

Para mí­ no hay nada más valioso que la honestidad. Es un indicador de los valores por lo que se rige una persona. Demuestra seguridad, integridad y confiabilidad. Si alguien puede decirme lo que le gusta o no le molesta de mí­, siento que puedo depositar en esta persona mi amor y confianza porque sabrá abarcar los malentendidos con el único propósito de construir -y no destruir- una relación duradera.

Así­ que hoy yo los insto a que seamos honestos; con nuestra pareja, con nuestra familia, con nuestros compañeros del trabajo y sin duda con quienes consideramos nuestros amigos.

Que la honestidad de nuestros sentimientos nos definan, y que quienes nos honran con su amor y su tiempo, sepan que nunca nos dejaremos llevar por las palabras no dichas o las emociones no externadas.

Esther Lev Schtirbu
Comunicadora / Fotógrafa
FB: Los Fabulosos 30+
IG: @estherlev76
Tel: 8926-6572 / 2588-1844

No hay comentarios.:

Publicar un comentario