Con esto de
ser 'bloguera' varias personas con mucho camino recorrido en redes sociales, me
habían hecho la recomendación que debía abrir una cuenta en Instagram...
Siguiendo el
consejo así lo hice hace unos meses. Al principio no le daba mucha bola, pero
últimamente me he dado a la tarea de compartir más fotos de la nueva sección de
tendencias para mujeres reales "Siempre Fabulosas" de mi página
LF30+.
Al mismo
tiempo me he propuesto "explorar" este medio compuesto por imágenes,
poco texto y miles de corazones y emojis representando "me gusta". En
mis ratos libres he estudiado con carácter casi sociológico las fotos y demás
micro videos que allí se despliegan.
He visitado un
sinnúmero de blogs de moda tratando de tomar algunas ideas y he terminado
completamente mareada y aturdida con tantas fotos, ángulos, gestos, poses y
artículos parecidos y preconcebidos que no podría recordar uno solo por su
nombre en particular...
Me he dado
cuenta que allí, en el mundo de Instagram, no hay cabida para nosotros, los
mortales seres humanos que estamos envejeciendo, que tenemos arrugas y
pliegues, que intentamos ser genuinos, que queremos generar contenido más allá
de lo meramente visual, de lo que estética y culturalmente nos han vendido como
sinónimo de belleza o "perfección".
Me he llevado
una gran desilusión.
Independientemente
de cuántos 'likes' o seguidores tenga un perfil o una personalidad, todo lo que
he visto hasta el momento me demuestra que en Instagram poco importa lo que se
piensa o el objetivo final de un 'post', y vale más un cuerpo escultural, unos
zapatos Valentino, un derrière de película o esa expresión de eterna y sosa
felicidad mientras se disfruta de un cappucino con espuma en forma de corazón y
un macaroon traído directamente desde París...
En este
proceso de investigación he notado que es un espacio para mostrar sólo el mejor
ángulo, para hacer despliegue de esos ítems que para muchos representan poder y
"status", para dejar verse eternamente joven y prolijo, y tomarse
millones de 'selfies' frente al espejo con poca ropa y cara de "yo no
fui"...
Me he dado
cuenta que si bien amo la fotografía, vivir mi vida frente a la cámara de mi
teléfono para otros -en su mayoría perfectos extraños- tiene un precio muy alto
que no quiero pagar. Así trate de verme muy glamorosa, la verdad es que en el
universo de Instagram es natural y espontáneo ser casi inconcebible, y parece
haber todo un código de cómo sonreír, posar y hasta qué comer...Es mental y
físicamente agotador poder seguir ese ritmo.
No quiero.
Así que yo
desisto a ser parte de ese código. Seguiré esporádicamente publicando fotos de
ésta que soy yo. Una mujer real, de 39 años, una flaca fofosa, con una boca
proporcional al resto de su cara, con un cuello en camino de ponerse flácido,
con arrugas, ojeras y una cabellera y espíritu algo rebeldes.
Una mujer que
desde su sentido de la moda, y un presupuesto traído a tierra, quiere dar ideas
para quienes quieran tomarlas. Una yogini que en su práctica en solitario
quiere inspirar a otros a unirse a tan maravillosa disciplina.
Yo opto por no
siempre mostrar mi mejor ángulo, pero por generar empatía. Opto por ser genuina
y que en mis expresiones se revele la mujer que realmente soy, lo que siento y
pienso, lo que quiero compartir de mi vida porque considero que es
"compartible". Opto por generar contenido, emociones y opinión.
Así no más.
Sin poses ensayadas, sin mucho arreglarme, sin filtros.
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Esther
Lev Schtirbu
Comunicadora
/ Fotógrafa
FB:
Los Fabulosos 30+
www.losfabulosos30mas.blogspot.com
losfabulosos30mas@gmail.com
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