LAS DICOTOMÍAS DE LA VIDA

Mi hermana Mariana se va a vivir a Israel en poquito más de un mes. Allí la espera su hija Valeria, aquí la extrañaremos tremendamente Carolina y sus tres hijos -sus adorados nietos- sus hermanos, sobrinos, primos, tíos y amigos.

Mariana tenía casi diecinueve años cuando llegué a este mundo; de hecho mi mamá desfiló en su boda con un precioso vestido amarillo mostaza y una panza de avanzados seis meses de gestación en la que iba yo muy contenta.

Con tantos años de diferencia, mi "Hermana Mayor" -como le digo siempre- hizo de segunda mamá para mí. Fue ella quien siendo bebé me enseñó a caminar, y la que me chineaba con tanto amor porque mami trabajaba todo el día. Tan triste se iba a su casa al dejarme, que muy rapidito quedó embarazada de su primera hija.

A lo largo de mi vida Mariana siempre ha estado ahí para mí, tantas veces preocupada en llevarme con ella de vacaciones cuando era pequeña. Desde muy jovencita me encantaba conversar con ella y seguimos hablando largo y tendido hasta el día de hoy, de todo, como si la diferencia de edad entre nosotras no hubiera existido nunca.

Mi esposo fue el amigo del colegio más cercano de su hija mayor por muchos años, así que cuando nos empatamos de novios mi hermana no podía estar más contenta; conocía al candidato a la perfección y fue la que escribió y leyó un discurso precioso en mi café de soltera.

Mi hermana es una mujer fuertísima. Estuvo gravemente enferma siendo muy joven y enviudó trágicamente del hombre que la amó y adoramos. Sin embargo, se ha mantenido siempre "al pie del cañon", una comunicadora, estratega y periodista con una carrera impresionante, escritora, poetisa, una mamá maravillosa, una abuela de película.

Mariana me ha enseñado a entender que a pesar de los bombazos hay que seguir adelante, que no existen relaciones ideales, que las familias son todas disfuncionales en una u otra medida, que a la vida hay que sonreírle aunque parezca que nos está jugando una trampa. Ambas amamos locamente a los perros y juntas rescatamos a quien sería su adorada Muki, cuando era una cachorrita abandonada, hace más de trece años. 

Hoy fui a la casa de mi hermana porque me heredó varias plantas y algunos tesoros que conservaba de mami y papi. Me pegó durísimo al ver su casa patas arriba darme cuenta que ya muy pronto se va; y no es aquí no más, es al otro lado del mundo, literal... 

Si bien estoy contentísima porque sé con certeza que en Israel va a ser muy, muy feliz, que la espera una etapa preciosa de la vida junto a Valeria, aquí me quedo yo con un huecote en el corazón con su partida. Esas son las dicotomías de la vida, las alegrías que se nos cuestan un buen poco de lágrimas...

Ya estamos planeando para visitarla si D-os lo permite el próximo año, y no podría estar más agradecida con la tecnología actual que me permitirá seguir disfrutando de nuestras conversaciones a pesar de la distancia.

Te adoro con todo mi corazón, Hermana Mayor.


♥️Esther

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