PORFAVOR, UN RESPIRO

Hace un par de días estaba en un local comercial con mi hija de 10 años, esperando a que me atendieran, y había un televisor. Pasaban las noticias de la farándula internacional y estaban mostrando un corto del último video de Paulina Rubio.

Lo vi por escasos dos minutos, pero fue suficiente para que se me salieran mis pequeños ojitos de sus órbitas y se me cayera la quijada hasta el ombligo. No porque antes no hubiera visto contoneos, gestos y miradas en otros videos de Shakira, Beyoncé, Rihanna, Maluma, Ricky Martín, Nicky Jam, Justin Bieber, etc., etc., etc., sino porque sentí pena de que mi hija viera y escuchara todo aquello como lo más normal.

No lo puedo evitar. Me choca. Y eso que me encanta bailar reggaetton y todos los géneros similares, pero cuando me detengo y pongo atención a la letra de la mayoría de las canciones, me quiero morir...

Aquí un breve ejemplo de las frases más célebres de esos piezones que resuenan desordenadas en mi cabeza, y que repiten mi hija e hijo pre-adolescente como si recitaran Los Pollitos...

“Ven pa’ aquí bebé/ Que te voy a dal/ ¡Prá-Prá-Prá!/ Un poquito por aquí/ Un poquito por allá/ Dame de bebel/ De eso tuyo/ Que me llena de olgullo...”

O mejor aún:

“Esas culvas tuyas/ Me hacen soñal/ Te voy a tocal/ Prá- Prá-Prá/ Hasta que no puedas respiral/ Mamacita-baby déjate lleval/ Yo te voy a amal/ Hasta que conmigo quieras estal...”

¿Porqué mierda insisten en llamar a las mujeres “bebé”? ¿Qué somos? ¿Criaturas indefensas y dependientes? ¿Pobres seres sin capacidad de discernir como un bebé de meses?

¿Y si ella no le quiere “dal”? ¿Y si no le quiere “amal”? ¿Porqué todos los mensajes de estas canciones predisponen a las mujeres a someterse a los designios de los hombres en contra de su voluntad?

Y si las letras me paran la peluca, no les cuento de los videos... Incluso si los pusiéramos en ‘off’, las poses, las caras y los movimientos son tan explícitos, que rayan en lo pornográfico. Sí, en lo pornográfico. La única diferencia es que tienen un poquito más de ropa y no hay copulación, para que suene más científico.

Parecería que para poder llevarse un Grammy entre la manos, hay que hablarle a la cámara chupándose los labios y los dedos subliminalmente, toquetearse con cara de orgasmo todo el cuerpo, y moverse con espasmos sexualizados de principio a fin...

En mi adolescencia lo más subidito de tono era Madonna. ¡Y era revolucionario! Los demás videos de los 80s y 90s que perduran en mi memoria fluctuaban entre historias de amor imposible o filmaciones que parecían hechas en casa, donde los artistas tocaban los instrumentos, cantaban y se movían al ritmo de la música, así, de una lado para otro, relax.

Recuerdo que cuando era niña, si había una escena de besos apasionados o sexo en la TV, mi mamá y mi hermana me obligaban a taparme los ojos y las orejas. Todavía de adolescente -ya bien mamulona- me pesqué más de una vez haciendo lo mismo.

Hoy día los chicos a partir del día uno que nacen están expuestos constantemente a mensajes relacionados con el sexo; rozarse, tocarse y besarse al ritmo del “Prá-Prá-Prá”, con más de uno. Ese es el más común de todos. En mi primera juventud le decíamos una “orgipiñataculibailable” y no era bien visto...

Hoy las imágenes más frecuentes incluyen tener sexo con ropa a la luz y paciencia de todo el mundo, beber en proporciones descomunales y terminar todos revueltos y tumbados en algún sofá de una casa que desconocen...

Las famosas son casi todas cortadas con la misma tijera: frondosas cabelleras rubias al estilo leona salvaje, maquillaje de chica interesante y una muestra de atuendo que -cómo diría mi mamá- tiene menos tela que una servilleta.

Los caballeros de pantalones tan ajustados que no sé cómo hacen para moverse, chaqueta de cuero, anteojos oscuros -sin importar que momento del día sea- corte de pelo a lo militar, gorra estilo tarado mal puesta, brillantes en las orejas y algo todavía más bling-bling sobre el pecho o la muñeca.

Eso es lo que ven mis hijos -y los suyos- todo el tiempo. Eso es lo que perciben como normal. Yo no soy mojigata, pero me molesta que nos hayamos convertido en una sociedad que avala y promueve estereotipos tan machistas, que descalifican y cosifican a las mujeres todo el tiempo, haciéndola quedar como el objeto de deseo que el macho alfa no está dispuesto a ceder, incluso si eso implica ir en contra de su voluntad.

Seamos más cautos y vigilantes de lo que ven nuestros hijos, las niñas y los niños. Enseñémosles que la cultura del meneo, de las trompitas sugestivas, de los ‘selfies’ pasaditos de la raya y de eso de mostrar las tetas y el trasero a como de lugar no está bien, no es “lo normal”.

Y expliquémosles que toda esa basura que entra por sus ojos y sus oídos es una muy mala y barata estrategia de mercadeo para ganar adeptos, subir rankings y hacerse de uno que otro reconocimiento.

♥️Esther

Esther Lev Schtirbu
Comunicadora&Bloguera
Fotógrafa&Maquillista


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