LOS CONDIMENTOS DE LA VIDA

Tengo grandes amigas. Son parte importante de mí y las quiero de corazón. Las atesoro a todas, con las que mantengo una relación desde hace años, las que veo poco o las más recientes con las que siento me conocen desde siempre. Ellas condimentan mi vida y nuestras conversaciones con su humor, sus características frases, gestos y dichos.

Me hacen sentir querida, conocen mi extraño y altisonante sentido del humor y nos reímos juntas de las tonteras más grandes. Me conocen sin maquillaje, sin máscaras. Saben que soy transparente y terca como mula, susceptible y explosiva. Mis amigas son una fuente importantísima de inspiración cuando escribo. Me han visto caer y levantarme, han compartido mis éxitos y conocen mis temores, me critican constructivamente y complementan mis ideas.

A las amigas hay que chinearlas, abrazarlas, tenerlas en casa, mandarles mensajes de amor, invitarlas a tomar un café, escucharlas hablar por horas, incluso del mismo tema. A las amigas hay que tomarlas de la mano, verlas a los ojos y prestarles el hombro para que lloren también. Compartir sus ilusiones y proyectos y darles apoyo para recuperarse de sus caídas. A las amigas se les dicen cosas lindas, palabras alentadoras, desde el corazón, para subirles el ánimo y alegrarles el día. Se les habla con respeto y jamás se les humilla o expone ante situaciones que las pone en desventaja.

Se las quiere tal cual, a pesar de las diferencias.

Las mujeres llegamos a crear lazos de amistad tan fuertes que duran para toda la vida. Tejemos verdaderas redes de apoyo, nos mantenemos en alerta, pendientes, más allá de las distancias geográficas. Las buenas amigas te hablarán siempre con franqueza y podrás sentarte a resolver un pendiente, un malentendido, un viejo resentimiento, porque el amor siempre será más grande que el desencuentro. Somos amigas, sabemos perdonarnos. Las verdaderas amigas retoman una conversación que dejaron a medias años atrás y aún recuerdan los detalles. Conocen tus gustos y pueden leerte el corazón con sólo ver la expresión en tus ojos.

Las buenas amigas te acompañarán en este viaje por la vida, en las transiciones, las pausas, los éxitos y los aterrizajes forzosos también.

Amigas mías, preciosas, incondicionales, inteligentes, admirables. Espero estar en sus vidas y ustedes en la mía por muchos años amén, que nunca nos falte salud, tener siempre alegrías y consejos de belleza para compartir, irnos de paseo, disfrutar de nuestros hijos y familia, mandarnos muchos "likes", acompañarnos en las cuestas y sostenernos mutuamente durante los temporales. Seguir riéndonos de todo.

Y tal vez, algún día lejano, lleguemos a viejitas. Y tal vez, algún día más lejano aún, aprendamos a jugar ajedrez o póker.

¡Las quiero con todo mi chochito corazón!

A mis hermanas, cuñadas y amigas del alma…

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Esther Lev Schtirbu

Comunicadora / Fotógrafa

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