No solo
conversar con mi adorada tía me hace muy feliz, sino que atravesar San José
-aunque ustedes no lo crean- realmente me encanta, probablemente porque mi vida
sucede en el oeste y lo hago tan poco que me resulta como un paseo.
Hoy había
estado escuchando “The Moth” un podcast de historias -todas muy diversas-
contadas por gente de muchos lugares, bajo el formato de ‘storytelling’, que
tanto me gusta.
Las escuché
buena parte de la mañana mientras caminaba con mi perrita por Escazú, y muchas
me conmovieron porque en la mayoría de los casos apelaban a eso tan especial
que nos une como seres humanos: la empatía y el amor.
Cuando llegué a
la casa de mi tía, aún no se había ido Grace, la señora que trabaja con ella
desde hace 38 años. Dos años antes de empezar a ayudarle a mi tía, Grace
trabajó en casa de mami. Llegó cuando yo era una bebé muy bebota...
Siempre que la
veo siento una gran alegría. Es talvez la persona que más recuerdos tiene de mi
primera infancia, y cuando me cuenta alguna anécdota, me da una enorme ternura.
Hoy apenas me
vio entrar me preguntó si le podía cortar el pelo. Hace muchos años -aún siendo
soltera- estuve en Barcelona estudiando peluquería y estilismo. Aún saco mis
afiladas tijeras y peines de vez en cuando y mi tía es de mis más fieles
clientes.
Estaba tan
contenta de poder cortarle el pelo a Grace y me parecía tan maravilloso poder
devolverle con esa sencilla acción un poco de todas las atenciones y amor que
me dio siendo yo una bebé.
Mientras la
peinaba e iba dándole forma al corte, Grace me preguntó que hacía. ¿Cómo
resumirle los últimos veinte y tantos años en media hora? A velocidad Speedy
González le conté que había estudiado, lo que realmente me gustaba hacer y por
dónde me había llevado la vida.
Nos mirábamos
en el espejo del baño y me resultaba tan gratificante -y loquísimo- estar allí,
conversando de mujer a mujer, con quien me sostuvo tantas veces en sus brazos
al chinearme...
La vida da
tantas vueltas.
Nos lleva por
caminos que nunca imaginamos atravesar, nos desvía, nos obliga a tropezar,
retroceder, volver a levantarnos, nos hace reencontramos con gente que ha
tocado nuestras vidas, marcándola para siempre.
Los primeros
años de la vida de un niño son definitorios. No lo entendemos hasta que tenemos
nuestros propios hijos. Grace me dio todo su amor, y yo hoy tuve la suerte
inmensa de devolverle un poquito.
¡Gracias Grace,
por todo!
♥️Esther
*Sé que parezco
un maecillo. ¡Pero soy yo con Grace! Mi mamá me usó el pelito corto como hasta
los tres años de edad y con esa panta roja... No hay nada más que agregar.🤣🤣🤣
Esther Lev
Schtirbu
Comunicadora&Bloguera
Fotógrafa&Maquillista
FB: Los
Fabulosos 30+
IG:
@estherlev76
IG:
@estherlevphotopassion
Tel:
8926-6572 / 2588-1844
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