Hoy
recibí a través de Facebook un video que me hizo llorar por una hora.
Soy llorona en extremo, pero las palabras de esta mujer podrían
arrancarle una lágrima al más fuerte. Era la explicación de una madre
sobre lo rápido que crecen los hijos y cómo pasamos por alto los días
ordinarios, las semanas, los meses y cuando caemos en cuenta los hijos
chiquitos se nos hacen grandes e independientes.
Mis
hijos están creciendo sanos y fuertes. Son un par de flaquillos
atléticos, él y ella, que aman nadar, bailar, correr y brincar por los
sillones de la sala, aunque les diga un millón de veces que no pueden
hacerlo. Son unos niños con gran sentido del humor, alegres y
cantarines. Hace poco tomé los pies de mi hijo Ian, de casi ocho años, y
me di cuenta lo mucho que ha crecido...recuerdo que cuando era bebé
podía meterme su piecito a la boca y se reía a carcajadas.
Ayer
le cambié a Julianna los aretes por unos que juraría se le verían
enormes y le quedaron perfectos. Me ha pedido que le corte su pelito
largo argumentando "Mami es mi pelito y yo lo quiero corto como el de mi
tía Nene!". Tiene cinco años y una personalidad de quinceañera que me
saca de contexto. Mi muñeca está creciendo demasiado rápido, me
cuestiona y ya no me deja comérmela a besos.
Estoy
melancólica. La primera infancia de mis hijos no resultó prolongarse
como yo esperaba, y si bien tengo mucho camino por recorrer, algunas
veces siento que no logro atrapar sus palabras, las frases, las
anécdotas, el sonido de sus vocecitas y guardarlas en mi disco duro, que
por cierto parece empezar a tener problemas de memoria... Todo pasa tan rápido!
Ya
sean biológicos, adoptados o asumidos, los hijos nos transforman
de la cabeza a los pies. La vida deja de tener un esquema como lo
conocíamos antes. Nosotros proponemos, ellos disponen. Creíamos conocer
todas las respuestas y los hijos nos retan con nuevas preguntas,
situaciones, escenarios. Los juguetes se adueñan de los rincones de la
casa y de ahora en adelante nos quejamos siempre del desorden. Las risas
y el llanto decoran los espacios, las alegrías y la curiosidad llenan
nuestras conversaciones...Hace poco una de mis más queridas amigas me
pidió que escribiera un breve discurso por su baby shower. Escribí lo
siguiente:
"La llegada de una hija o hijo nos transforma en superheroínas! Nos damos cuenta que tenemos super poderes y que somos capaces de trasnochar por meses y funcionar durante el día, que podemos mecernos y cantar canciones de cuna toda la madrugada y que somos expertas en cambiar pañales con visión nocturna. Desarrollamos un olfato de sabueso y con solo oir el llantito de nuestro bebé se nos activa el sensor de la leche...Pero sobre todo descubrimos que somos capaces de amar de una manera que no conocíamos antes, con el corazón, el alma y los sentidos...
Los hijos nos ponen a prueba un poquito todos los días y por ellos tratamos de ser mejores personas. Es una tarea difícil pero tan gratificante que se te olvidan las malas noches, los sustillos, los berrinches, las carreras, los colerones. Y cuando crecen -y crecen tan rápido- extrañas los sonidos de bebé, el poder dormirlos en tus brazos, el que se dejen chinear y besar infinito. Cuando un hijo te dice su primer "te amo", ese día sabrás que todo valió la pena."
Hoy no concibo mi existencia sin Ian y Julianna, la luz de mis ojos, mi gran motivación. Dos pequeñas personitas que llenan mi vida de sorpresas, de amor, de sana y ruidosa locura. Amo que se pasen prácticamente todas las noches a nuestra cama, y aunque no logremos dormir de lujo, poder sentir su respiración cerquita. Amo ese recoveco en sus cuellitos donde puedo darles miles de besos. Amo cuando me piden que los apapuche si están tristes o chineados, amo el sonido de sus risas, sus gestos y ocurrencias. Mis hijos saben que los amo infinito, pero también saben que siempre les pondré límites y gritaré después de la tercera. Saben que mi amor estará allí para guiarlos a convertirse en personas de bien y también para retarlos a dar su mayor esfuerzo en sus proyectos.
Y aunque al llegar noche sintamos que nos han dejado extenuados, los hijos son nuestra gran inspiración, quienes nos empujan a ser mejores personas. Son el motor de nuestro trabajo y la razón para levantarnos todos los días. No dejemos que la rutina y el corre-corre nos roben la posibilidad de atesorar y saborear esos días "ordinarios". Tomésmoles millones de fotos y videos, guardemos sus dibujos, escribamos sus frases célebres. Atrapemos para siempre el sonido de sus voces, el olor de sus abrazos, el color de sus emociones. Besémoslos aunque no nos dejen y digámosles muchos "te amo" todos los días, a pesar de los desacuerdos.
Hace muchos años, cuando quería ser mamá, le escribí un poema cortito y subliminal a mi esposo: "Cuando me hagas un hijo, mi cuerpo se llenará de estrellas..."
Ian y Julianna; la vida es hermosa a su lado.
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Esther
Lev Schtirbu
Comunicadora
/ Fotógrafa
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Les comparto este maravillo website.
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