¡BUENOS DÍAS!

Hoy salí a caminar tempranito. De regreso a mi casa pasaron dos hermanitos divinos en bicicleta, sus padres unos metros atrás venían caminando.

El mayor de los niños me sonrío ampliamente y me dio un sonoro "Buenos días". No tendría más de 11 o 12 años. Quedé tan contenta con su gesto que no me percaté que delante mío había un rótulo de señalización. Tampoco medí mis 1,73 metros de estatura. 

Me di un golpe en la cabeza que dejé la gorra perdida y si no la hubiera llevado puesta me abro literalmente el coco en dos partes. Paré un segundo para acomodarme las ideas -y la gorra- y seguí caminando contenta, contentísima.

En mis caminatas mañaneras practico el arte de sonreír. Le sonrío a quienes me topo de frente. Muchas veces cruzamos "Buenos días" y esa interacción con extraños me llena de energía. Algunas otras no me responden ni con sonrisa, ni con saludo, pero yo sigo feliz mi caminata a sabiendas que hice el intento.

Lo que hizo este chiquito hoy por la mañana me alegró el día. Aún estoy saboreándolo. Me hizo sentir mucho orgullo por sus padres aún sin conocerlos y me recordó cuán importante es enseñarles a nuestros hijos a ser educados, empáticos y agradecidos, todo el tiempo, con quienes conocen y con los extraños también.

Mi hijo está actualmente con el tema de llamar a sus amiguitos. Cuando lo oigo agarrar el teléfono le doy un instructivo veloz de cómo saludar y dirigirse con la persona que lo atiende. Me mira con cara de pre-adolescente furioso y yo lo ignoro olímpicamente. No sabe que estoy haciéndole un enorme favor y talvez cuando sea ya muy mayor lo pueda apreciar.

Criar niños es una labor titánica, que requiere un compromiso de nuestra parte que va más allá de los estudios, la alimentación o la salud. Es nuestro deber criar niños que desarrollen el sentido común, y practiquen los buenos modales dentro y fuera de la casa, ya sea con el Presidente de la República o con quien barre las aceras del vecindario. Son nuestros niños los que en poco tiempo definirán el futuro de nuestra sociedad.

Todavía me duele la cabeza. Temo que se me escaparon algunas ideas y aún tengo pena del papelón que hice, ¡bendito D-os era domingo y había poca gente en la calle! Pero me siento tan feliz de haberme topado hoy con ese niño tan divino que el golpe valió la pena y el susto.

¡Feliz domingo!

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Esther Lev Schtirbu

Comunicadora / Fotógrafa

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