GENERACIÓN DEL 94

Este año se cumplen veinte años. Ya suenan, porque en veinte años todos y cada uno de nosotros ha vivido muchísimo. Aún no me he enterado si habrá celebración de ex compañeros, pero yo he decidido manifestarme. Me gradué del Colegio Británico, en 1994, junto a una generación maravillosa, tan diversa y pluricultural que enriqueció mi entorno desde muy chiquilla.

El colegio nos marca. Para bien o para mal, pero deja huella. Mi entrada a la escuela fue algo difícil y me tomó un par de años adaptarme, sin embargo cuando miro hacia atrás sé que incluso las experiencias menos gratas formaron a esta persona que soy hoy. El colegio es la antesala de la vida seria; refuerza nuestra personalidad, aprendemos a defender nuestros ideales, empezamos a pensar en cosas más trascendentales, dibujamos una idea de en quién nos gustaría convertirnos al graduarnos.

Las Generación del 94 del Colegio Británico fue muy particular. Veníamos todos de contextos, religiones y familias muy diferentes y sin embargo nunca sentí que a nadie lo apartaran por su posición social, creencias o situación económica. Eran otros tiempos, todos sabemos. No había un culto a las marcas, ni una necesidad imperiosa de tener todo lo que aparecía en el camino; éramos felices con los tennis importados o los fabricados localmente. No soñabamos con grandes inventos tecnológicos, porque el 'boom' digital no había tocado nuestra puerta y a decir verdad tampoco lo esperábamos con ansias. Viajábamos en bus y en taxi, íbamos al cine y no conocíamos el sushi... 

Éramos felices escuchando tanto casettes como los primeros CDs que salieron al mercado. Nos encantaba bailar. No habían mayores distracciones que el fútbol, el básket, la gimnasia, las coreografías y por supuesto las bromas, los pleitillos, las historias de amor y desamor que corrían entre pasillos. Éramos genuinamente buenos, talvez demasiado inocentes, soñadores empedernidos. Teníamos muchas ganas de salir al mundo, conquistarlo y demostrar nuestro potencial...Pero hace veinte años eso requería de una dosis adicional de esfuerzo. 

No había correo electrónicos, ni computadoras personales en cada casa. Nos escribíamos cartas de amor y hacíamos tarjetas de cumpleaños. No existían cámaras digitales, ni teléfonos inteligentes, ni videos instantáneos. Fuimos talvez de las últimas generaciones que aprendimos y practicamos el ya casi extinto arte de esperar...Para hacer los proyectos debíamos ir a las bibliotecas, investigar en las enciclopedias, cortar con tijeras, pegar con goma, escribir a mano, hacer tarjetas de estudio, leer, resumir, dibujar. No había electrónicos portátiles más que las calculadoras científicas -las cuales jamás aprendí a usar- y apenas ese año inauguraban una sala de computación en el colegio.

Y todos esos retos cotidianos nos formaron, nos moldearon. Hoy con orgullo veo los perfiles de Facebook de mis ex compañeros y no dejo de sorprenderme en todo lo que nos convertimos: científicos, artistas visuales, administradores, médicos, fotógrafos, matemáticos, odontólogos, músicos, abogados, cineastas, ambientalistas, escritores, investigadores, maestros, arquitectos, deportistas de alto rendimiento, biólogos, ingenieros, psicólogos, líderes emprendedores, hombres y mujeres de negocios, madres y padres ejemplares. Después de veinte años aún puedo escuchar las voces de mis compañeros, rememoro las bromas, los sobrenombres, el tono de las voces, sus sonrisas...

La vida ha sido buena con todos, hemos llegado muy lejos, incluso más de lo que entonces nos proponíamos mientras conversábamos en clases, en los pasillos o en los recreos. Somos personas de bien, que hemos seguido nuestros ideales y continuamos abogando por nuestros sueños y metas. Y cuando nos reencontramos por casualidad parece que el tiempo no pasó y se nos pinta una sonrisa espontánea en el rostro, nos abrazamos fuerte, el cariño permanece intacto y sentimos la misma emoción como cuando éramos adolescentes.

A todos lo que fueron parte de esa maravillosa Generación del 94 del Colegio Británico, a los que salieron antes pero nos dejaron sus risas y los recuerdos, a los que se fueron muy jóvenes e hicieron vida y familia lejos del país, a los que día a día se esfuerzan por ser mejores personas, criar hijos, generar ideas y negocios, curar enfermos, componer melodías, captar imágenes, defender ideales, cocinar, dibujar, emprender, insistir, soñar, les mando mi eterno agradacimiento por haber sido parte tan importante de mi vida.

¡A todos los que están aquí, a los que viven muy lejos, a los que veo con cierta frecuencia, les mando un abrazo fuerte y prolongado y los mejores deseos hoy y siempre!

¡Generación del 94!

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Esther Lev Schtirbu
Comunicadora / Fotógrafa
FB: Los Fabulosos 30+
www.losfabulosos30mas.blogspot.com
losfabulosos30mas@gmail.com




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