MI PEQUEÑA PRINCESA GUERRERA

Tengo una pequeña princesa guerrera. Piel de caramelo, ojos como luceros y una sonrisa que cuando se prende deja ver un camanance en su mejilla izquierda y me hace vibrar el corazón. Pelito de seda, vos de azúcar, me derrite cuando me abraza y me besa. Menudita, escasos metro y diez centímetros, ocupa con su personalidad maravillosa todos los recintos de este reinado.

Cuando quedé embarazada por segunda vez y me dijeron que iba a tener una niña tuve una mezcla de sentimientos. Estaba ilusionadísima con la idea de tener mi propia muñeca de verdad, yo que había sido muñequera hasta casi los trece años, y por otro lado, después de haber tenido un hombrecito y pensar sólo en carritos y azul, me resultaba un poco abrumador todo tan rosado, la infinidad de opciones de ropita y accesorios y el tener que cambiar el disco y pensar de mujer a mujer.

No pude haber sido más afortunada, mi niña hermosa llegó a este mundo sana y cachetona, aún recuerdo el olor de ese primer e irrepetible instante cuando me la mostraron, deliciosa, como los colores de su papá. Le pedí a las enfermeras me dejaran quedármela la noche entera -a pesar de estar en recuperación de la cesárea- porque la quería tener cerquita, muy cerquita, amamantarla, meter mi nariz en su cuellito. Daría cualquier cosa por envasar ese olor tan especial y poderlo repetir cada vez que siento nostalgia de bebé...

Mi pequeña princesa guerrera lloró fuerte desde el primer momento y sigue siendo decidida hasta el día de hoy, casi seis años después. Tiene una fortaleza que ya va dejando huella, amorosa y de una solidaridad que me llena de orgullo. Sin duda siempre será la pequeña princesa de este reinado -donde yo soy la reina con honores-,  pero la estamos criando para convertirse en una mujer luchadora y soñadora y no en una princesa de cuentos de hadas o para pintarlo mejor, en princesa de Disney...

Disney -para no echarle la culpa sólo al difunto Walt- y sus guionistas a lo largo de cien años decidieron que la mejor -y casi única opción- que teníamos las mujeres era convertirnos en princesas. Salir del anonimato, el aburrimiento, la servidumbre y/o la esclavitud, generadas siempre por una malvada y desalmada bruja-madrastra, mujer por supuesto. 

Aparece en la escena entonces un apuesto y acaudalado galán en un caballo blanco galopante listo para rescatar a la chica de la desdicha y zozobra...La pobre jovencita se derrite entonces en los brazos del heredero príncipe rescatista, y después de un apasionado beso, vemos a todos los animalitos del bosque encantado y a el séquito de sirvientes del reino muy felices tarareando la canción de despedida y colorín colorado este patético cuento se ha acabado...

Hoy las versiones modernas de Disney no han mejorado realmente el trasfondo de las historias, su desarrollo y desenlaces. Se han enfocado en modificar la imagen de la princesa frágil y desvalida, por una más atlética, moderna y despeinada; saben de artes marciales y podrían ir a las Olimpíadas como expertas en equitación. Sin embargo los cambios sólo han sido con respecto a su aspecto físico, pero los cánones de belleza siguen siendo siempre los mismos, unos ojos desproporcionados, boca y dentaduras perfectas y unas medidas que ni la misma Barbie de Mattel hubiera podido superar. Solo la princesa Fiona de la saga de Shrek rompió paradigmas y nunca fue repetida, en carácter o tamaño, en ninguna otra megaproducción...

A mi me aburren sobremanera las historias de Disney o similares, cajoneras y bastante insensatas, pero llevo a mis hijos cuando insisten, me siento y pongo mi mejor cara de asombro, suspiro, me enternezco, me llevo las manos al corazón casi entusiasmada, lloro y luego pienso: "Otra película más de princesas para el inconsciente de mi hija... ¡Tremenda labor la que nos va tocar para 'desinstalar' de su disco duro este montón de mentiras y estereotipos!".

Porque ese tipo de películas, al igual que toda la basura que ven las niñas en las amplia gama de juegos y pantallas electrónicas, no hacen más que alimentar el interés por lo superficial, lo material, lo irreal. Historias de poco esfuerzo y determinación que terminan en el esperado final feliz y que hoy día se traducirían así: la mujer ‘perfecta’ espera al tipo ‘ideal’ (un hombre con una posición socio-económica privilegiada), una gran casa con una amplia gama de servidores -empleadas domésticas, nanas, choferes, guardaespaldas-, una cartera de diseñador, un carro último modelo y al menos cuatro niños relucientes, vestidos de revista, que ríen al unísono y se portan como ángeles...

En síntesis:

Usted señorita, no se preocupe por cultivar su cerebro y seguir su vocación, no estudie, y si estudió, no piense jamás en ejercer su profesión, no se esmere, no trascienda. ¡Manténgase eternamente joven, en forma, preferiblemente sonría sin importar lo que suceda y no opine. ¡No opine! ¡No permita jamás que le salgan arrugas, cambiar de talla a pesar de los hijos, perder la cintura, la cordura o la autoestima, y ni que se diga si se le desacomodan los pechos! Dedíquese a enriquecer su guardarropa, su joyero, su colección de bolsos y zapatos, lea muchas revistas idiotas y siempre, SIEMPRE, tendrá felices a su marido y a sus hijos...

Y entonces yo me pregunto:

Mi esposo y yo estamos invirtiendo por igual en la educación de nuestros hijos, hombre y mujer, y yo personalmente confío en que ambos serán profesionales que buscarán el éxito por mérito propio y no a través de su pareja. Yo no quiero que mi hija siga intoxicándose de imágenes e historias prefabricadas, que se apegue a lo material como única fuente de satisfacción y que piense que sólo encontrará la felicidad en un hombre con privilegios. Yo quiero que mi hija confíe en su instinto y las posibilidades infinitas de hacer lo que se proponga.

Mi adorada pequeña princesa guerrera:

Nunca pensés que todo se resuelve con tener una buena figura y una cara bonita. La felicidad se la come quien sabe meter las manos en el pastel, no sólo quien lo contempla. El hombre que te ame se va a enamorar de tu esencia, de tu alma, de tu sonrisa. Nunca se fijará en tu 'status', en la cuenta en dólares de tus padres, en la universidad en la que estudiaste. 

Aprendé que en esta vida se empieza desde abajo y así valorarás por igual el trabajo del que barre el parque como del que dirige un país. No se te olvide, como sabiamente dice papi, que en la vida hay que saber ser igualmente feliz con lo que se tiene, con la mitad y con el doble.

La vida es fugaz y debes ir a donde dicte tu corazón. Experimentá sin que eso implique irrespetar tu cuerpo, a los que amas, tus principios y valores. Nunca claudiqués ante tus aspiraciones pero alejáte de la codicia. No catalogués a una persona por la ropa que viste, el carro que conduce o su manera de hablar. Mirá siempre a los ojos y no te fijés en los zapatos. Recordá de dónde venís y no dejés de ser humilde ante todo. Los tesoros se encuentran ocultos y así también las grandes bondades y habilidades en la gente. Mantenéte lejos de quien alardea de sus posesiones porque tarde o temprano te va a juzgar por lo mismo.

Recordá que nuestro cerebro tiene mucho espacio libre para llenarlo de recuerdos, aprendizaje, viajes, sensaciones, emociones y eso será lo único que engrandecerá siempre tu alma. Ocupáte de renovar tu cerebro, de fortalecer tu corazón, de expandir tu horizonte y ver más allá de lo perceptible, de lo tangible. No menosprecies tu capacidad para llegar muy lejos, tan lejos como la luna que tanto te llama la atención y ¿por qué no?, también los planetas. Recordá que la belleza la llevás siempre puesta y no se compra en las tiendas. Que ya sean conchitas o diamantes, seda o poliéster, quien marca tu estilo sos vos y no las modas o tendencias. Que las etiquetas no le ponen un precio a tu nombre y no te definen ni te definirán nunca como persona.

Quisiera que escojás a la persona correcta cuando decidás formar una familia, que las cosas no les lleguen en bandeja de plata, que sepan sobrellevar las adversidades juntos porque eso los hará crecer sólidamente como pareja. Que se amen y complementen a pesar de las diferencias, que respeten la individualidad de cada uno. Y cuando vengan los hijos aprovechen cada etapa. No se brinquen ni deleguen sus responsabilidades como padres y como me dijo una querida amiga hace muy poco ante una crisis: educar y no dejar de disfrutar. Y si decidís dedicarte a tus hijos, no olvidés seguir alimentando siempre tus sueños e intereses.

La vida es para bailarla, bien acompañada, con buen ritmo, buen paso, cabeza en alto y determinación.  Seguí adelante, vas bien encaminada a convertirte en una admirable, inteligentísima, espontánea, brillante, amorosa, hermosísima, honesta, creativa, bondadosa, encantadora, amable, firme, visionaria y luchadora mujer.

Te amo con la fuerza de mi alma, mi adorada Julianna.

Mi pequeña princesa guerrera.


Esther Lev Schtirbu
Comunicadora / Fotógrafa

www.losfabulosos30mas.blogspot.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario