JUGAR A LAS MUÑECAS

Antes de ser comunicadora, antes de descubrir mi pasión por la fotografía, mi primer trabajo formal fue como maquillista.

Aprendí observando a mi mamá que era actriz mientras se arreglaba para dar sus funciones de teatro. Me encantaba ver como cambiaba de pinceles y brochas, como iba convirtiéndose en otra persona frente al espejo. Me fascinaba "espiar" a mi hermana Irene cuando se alistaba para salir y cuando no se daba cuenta experimentaba con su maquillaje y me sentía grande y glamorosa.

Jugué con mis Barbies hasta pasados los trece años. Les despintaba las sombras con acetona y las remaquillaba con marcadores. Podía pasar horas arreglándolas, haciéndoles ropita e inventando cuanto peinado se me ocurriera. Fue mi primer espacio creativo y creo que nunca superé esa etapa. Sigo jugando a las muñecas con mujeres de verdad.

Siendo jovencita hice modelaje y siempre llegaba de primera para poder ver cómo transformaban al resto de las chicas. Empecé por maquillar a mis amigas en el colegio. Ya en la universidad me lo tomé más en serio y me hice de un pequeño baúl con bases, sombras, pinceles y delineadores.

Pero tenía temor de 'lanzarme al agua'. Era muy joven, autodidacta y sin mayor experiencia en el tema. Fue mi adorada amiga Carolina Riba quien me dijo que tenía un talento y que debía explotarlo. Sin sus palabras de amor y confianza nunca me habría arriesgado en esta profesión que tantísimas alegrías me ha dado. Le estaré eternamente agradecida.

La vida me fue llevando a trabajar en producciones, televisión y cine. Aprendí sobre la marcha a hacer maquillaje de fantasía, a simular golpes y moretones y a disimular arrugas y manchas también. No recuerdo muy bien cómo fue el comienzo de mi aventura maquillando novias, pero sigue siendo una de las cosas que más me gusta hacer.

Y cuando terminé la carrera de Comunicación y debía ponerme seria y pensar en una maestría, le comenté a mi papá que quería estudiar peluquería porque tenía que complementar mi trabajo como maquillista. Y no quería estudiar en mi país. Yo quería ir a España.

Lo tenía ya todo calculado, el dinero ahorrado, pero buscaba su apoyo y aprobación. Muy poca gracia le hizo mi novedosa idea y se enojó muchísimo conmigo y mis "ocurrencias". Tras refunfuñar un buen tiempo un día me llamó y me dijo algo que me marcó para siempre.

"Prefiero que ejerzás lo que te gusta a que estudiés algo que no te va a hacer feliz. Es mejor tener un buen oficio que un mal trabajo. Yo te apoyo."

Y así hice maletas en el 2001 y a mis casi veinticinco años me fui a estudiar peluquería a Barcelona por un cuatrimestre. Fue una experiencia muy enriquecedora que dibujó un antes y un después en mi carrera artística.

Desde entonces mi pequeño baúl se ha llenado de colores y anécdotas. En dieciocho años como maquillista, desde que cobré mi primer trabajo, he recorrido el país entero para embellecer a cientos de novias. No me canso de hacerlo. Me emociono como la primera vez y me honra ser parte de un día tan especial en la vida de una pareja.

He maquillado y peinado en bodas multitudinarias de gran presupuesto y en otras más íntimas y modestas. He vestido a más de una novia, he colocado decenas de velos y zapatos también. He secado lágrimas y apaciguado la histeria colectiva. Me he conmovido con las historias de amor y he aprendido a decir las palabras correctas cuando la congoja parece invadir la habitación.

Espero haber hecho feliz a muchas mujeres y que me recuerden con el mismo cariño que yo las recuerdo a ellas. Seguiré trabajando como maquillista y estilista mientras no me falle la vista, el pulso y el sistema nervioso.

Estas imágenes que les comparto aquí me llenaron el corazón. No tenía más que algunas de "registro" pero nunca me habían tomado fotos trabajando mientras alistaba a una novia. Y esta boda fue especialmente emotiva y espiritual.

Cuan afortunada me siento de poder ejercer lo que tanto me gusta. Cuan agradecida estoy por todo lo que pude aprender de mi mamá, el teatro y sus conocimientos y por el apoyo incondicional de mi papá. Cómo me gustaría poder contarles que soy tan feliz con mi trabajo.

Siempre seré esa niña jugando a la muñecas. Cada vez que tomo una sesión de fotos y arreglo a mis modelos. Cada vez que llego a una casa o a un hotel a alistar a una novia. Cada vez que peino a mi hija y la maquillo para sus presentaciones.

No dejen de practicar lo que despierta su niño interno. No se nieguen el derecho a seguir jugando y experimentando porque sólo cuándo dejamos que ese niño aflore la creatividad y la inspiración florecen.

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Esther Lev Schtirbu
Comunicadora / Fotógrafa
FB: Los Fabulosos 30+
www.losfabulosos30mas.blogspot.com
losfabulosos30mas@gmail.com

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