INCONDICIONAL AMOR PERRUNO (II PARTE)

Yo amo los perros. He pensado en los gatos, pero no consigo quórum familar...

Tengo dos: Nube -aka- Nuni, Shnutzi, Nucita, Cosi, Nube-Luz, y Mocca, conocida en el viejo oeste como Mocca La Loca, Moccachina, Moccosa La Revoltosa y La Bestia Salvaje.

Nube llego a nuestra casa cuando falleció mami... Era su perrita y tenerla conmigo tiene un valor especial; siento que tengo un pedacito de mami siempre presente. Ella es una perrita fina; de movimientos pausados, caminar elegante y carita de anuncio de revista. ¡Es elegante hasta para ladrar!

Y luego está Mocca. La encontré hace casi siete meses en una de mis caminatas mañaneras. Era pellejo, huesos y decenas de garrapatas... Daba pena. Me la traje a casa con el permiso de mi esposo -que no estaba del todo convencido- la bañé, le saqué los bichos, la llevé al veterinario y se quedó con nosotros. 

Mocca es un desmadre. Es tan fea que la vemos linda, desproporcionada como ella sola, llena de parches en el pelaje, orejas como aeroplanos, cola de ratón. Como buena cachorra es hiperactiva, le brinca encima a la gente, hace honor a su raza zaguata y se escapa cada vez que ve la puerta abierta y le encanta comer zapatos. Mis tenis Nike en perfecto estado fueron su último manjar... La quise regalar...

Tener perros es una labor que toma tiempo, mucho trabajo y toneladas de paciencia. Sin embargo las gratificaciones son infinitas. De mis adoradas perritas, cada una en su estilo, cada una con su personalidad, he aprendido muchas cosas:

-Siempre demostrá tu amor: Así salga de mi casa por cinco minutos, cuando regreso ¡es como si no me hubieran visto en un año! De la misma forma se comportan con mi esposo, mis hijos, nuestra adorada nana y la gente que se dan cuenta queremos y nos quieren. Saludan siempre con besos, coletazos y sonidos de amor. Así deberíamos recibir siempre a los niños cuando vuelven de la escuela, al marido cuando regresa del trabajo, a los invitados, a los amigos después de tiempo sin vernos: besos, abrazos y palabras de felicidad.

-La comida es una bendición: Los perros comen siempre lo mismo, y SIEMPRE corren de contentera cuando escuchan las bolitas de concentrado caer en sus platos. Es tal su alegría al comer que me recuerda todo el tiempo que la comida es una bendición, así nos parezca aburrido el menú, el solo hecho de poder comer cada vez que la tripa llama ya es un privilegio que muy pocos tienen y muchos dan por sentado.

-Besos y más besos: Nube puede darme besos sin parar. No se cansa de chupetearme la cara y su pequeño rabillo demuestra cuán feliz es si yo me dejo. Mocca, lengua de girafa, con un solo beso me deja engominada la cara y también podría seguir infinito, pero comprenderán es un poco demasiado... Deberíamos besarnos más a menudo: con nuestras parejas todo el tiempo -chupetazos incluídos- y con nuestros seres queridos besos sonoros y amorosos cada vez que lo sintamos. 

-Pasear es lo máximo: Ya sea a la esquina o al parque, mis cuadrúpedas siempre salen felices a pasear. Es tal la alegría de Mocca que parece que no hubiera mañana, y mi espalda agarrotada da fe de su entusiasmo cada vez que la saco a caminar ¿o me saca ella a mí? En fin, pasear es lo máximo y así deberíamos demostrarlo cada vez que se nos presenta la oportunidad: ya sea a la esquina o para viajar al otro lado del mundo.

-Ser solidario: Yo lloro a mares. Soy una llorona empedernida y lo hago cada vez que necesito o termino enferma. Cuando estoy en la mitad de mi telenovela mis perritas siempre me acompañan. Presienten mi tristeza. La pequeñita me pide que la alce y la grande me chupetea las lágrimas. Mis perritas me han demostrado más solidaridad y empatía que muchas personas a quienes consideraba cercanas. Su amor desinteresado e infinito me hace amarlas de la misma manera. 

Las siestas son un placer: Amo hacer siesta. Aprendí estando embarazada y hoy, cada vez que puedo, me entrego a los brazos de Morfeo por 20 minutos en la tarde y despierto como nueva para el último trayecto del día. Cuando veo a mis perritas dormir sus siestas bajo en sol o enroscadas en sus camitas cuando llueve, recuerdo que los pequeños placeres de la vida son los que de verdad la hacen maravillosa. 

-Alejate de quien no te genera "buenas vibras": Los perros tienen la capacidad de percibir la energía de la gente -y de otros animales- de una forma completamente instintiva. Cuando alguien no les gusta, les cambia el ladrido, se les para el pelo y se ponen incómodos. Los seres humanos somos más torpes para percibir y confiar en nuestro instinto. Yo creo que la energía de la gente es el mejor indicador para acercarnos o salir corriendo. Como los perros, confíen en lo que les dicen las reacciones de su cuerpo. 

Quienes lean este artículo -y no tengan perro- probablemente pensarán que estoy más loca que una cabra suelta... No están muy lejos de la verdad, pero solo les puedo decir que si alguna vez tienen la oportunidad de tener un perrito en sus casas, aprenderán de él o ella muchísimo, y que el amor que recibirán será sin duda uno de los más sinceros, profundos e incondicionales de su vida.

¡Feliz fin de semana!

❤️Esther

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