Lo vi por
escasos dos minutos, pero fue suficiente para que se me salieran mis pequeños
ojitos de sus órbitas y se me cayera la quijada hasta el ombligo. No porque
antes no hubiera visto contoneos, gestos y miradas en otros videos de Shakira,
Beyoncé, Rihanna, Maluma, Ricky Martín, Nicky Jam, Justin Bieber, etc., etc.,
etc., sino porque sentí pena de que mi hija viera y escuchara todo aquello como
lo más normal.
No lo puedo
evitar. Me choca. Y eso que me encanta bailar reggaetton y todos los géneros
similares, pero cuando me detengo y pongo atención a la letra de la mayoría de
las canciones, me quiero morir...
Aquí un breve
ejemplo de las frases más célebres de esos piezones que resuenan desordenadas
en mi cabeza, y que repiten mi hija e hijo pre-adolescente como si recitaran
Los Pollitos...
“Ven pa’ aquí
bebé/ Que te voy a dal/ ¡Prá-Prá-Prá!/ Un poquito por aquí/ Un poquito por
allá/ Dame de bebel/ De eso tuyo/ Que me llena de olgullo...”
O mejor aún:
“Esas culvas
tuyas/ Me hacen soñal/ Te voy a tocal/ Prá- Prá-Prá/ Hasta que no puedas
respiral/ Mamacita-baby déjate lleval/ Yo te voy a amal/ Hasta que conmigo
quieras estal...”
¿Porqué mierda
insisten en llamar a las mujeres “bebé”? ¿Qué somos? ¿Criaturas indefensas y
dependientes? ¿Pobres seres sin capacidad de discernir como un bebé de meses?
¿Y si ella no
le quiere “dal”? ¿Y si no le quiere “amal”? ¿Porqué todos los mensajes de estas
canciones predisponen a las mujeres a someterse a los designios de los hombres
en contra de su voluntad?
Y si las letras
me paran la peluca, no les cuento de los videos... Incluso si los pusiéramos en
‘off’, las poses, las caras y los movimientos son tan explícitos, que rayan en
lo pornográfico. Sí, en lo pornográfico. La única diferencia es que tienen un
poquito más de ropa y no hay copulación, para que suene más científico.
Parecería que
para poder llevarse un Grammy entre la manos, hay que hablarle a la cámara
chupándose los labios y los dedos subliminalmente, toquetearse con cara de
orgasmo todo el cuerpo, y moverse con espasmos sexualizados de principio a
fin...
En mi
adolescencia lo más subidito de tono era Madonna. ¡Y era revolucionario! Los
demás videos de los 80s y 90s que perduran en mi memoria fluctuaban entre
historias de amor imposible o filmaciones que parecían hechas en casa, donde
los artistas tocaban los instrumentos, cantaban y se movían al ritmo de la
música, así, de una lado para otro, relax.
Recuerdo que
cuando era niña, si había una escena de besos apasionados o sexo en la TV, mi
mamá y mi hermana me obligaban a taparme los ojos y las orejas. Todavía de
adolescente -ya bien mamulona- me pesqué más de una vez haciendo lo mismo.
Hoy día los
chicos a partir del día uno que nacen están expuestos constantemente a mensajes
relacionados con el sexo; rozarse, tocarse y besarse al ritmo del
“Prá-Prá-Prá”, con más de uno. Ese es el más común de todos. En mi primera
juventud le decíamos una “orgipiñataculibailable” y no era bien visto...
Hoy las
imágenes más frecuentes incluyen tener sexo con ropa a la luz y paciencia de
todo el mundo, beber en proporciones descomunales y terminar todos revueltos y
tumbados en algún sofá de una casa que desconocen...
Las famosas son
casi todas cortadas con la misma tijera: frondosas cabelleras rubias al estilo
leona salvaje, maquillaje de chica interesante y una muestra de atuendo que
-cómo diría mi mamá- tiene menos tela que una servilleta.
Los caballeros
de pantalones tan ajustados que no sé cómo hacen para moverse, chaqueta de
cuero, anteojos oscuros -sin importar que momento del día sea- corte de pelo a
lo militar, gorra estilo tarado mal puesta, brillantes en las orejas y algo
todavía más bling-bling sobre el pecho o la muñeca.
Eso es lo que
ven mis hijos -y los suyos- todo el tiempo. Eso es lo que perciben como normal.
Yo no soy mojigata, pero me molesta que nos hayamos convertido en una sociedad
que avala y promueve estereotipos tan machistas, que descalifican y cosifican a
las mujeres todo el tiempo, haciéndola quedar como el objeto de deseo que el
macho alfa no está dispuesto a ceder, incluso si eso implica ir en contra de su
voluntad.
Seamos más
cautos y vigilantes de lo que ven nuestros hijos, las niñas y los niños.
Enseñémosles que la cultura del meneo, de las trompitas sugestivas, de los
‘selfies’ pasaditos de la raya y de eso de mostrar las tetas y el trasero a
como de lugar no está bien, no es “lo normal”.
Y
expliquémosles que toda esa basura que entra por sus ojos y sus oídos es una
muy mala y barata estrategia de mercadeo para ganar adeptos, subir rankings y
hacerse de uno que otro reconocimiento.
♥️Esther
Esther Lev
Schtirbu
Comunicadora&Bloguera
Fotógrafa&Maquillista
FB: Los
Fabulosos 30+
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